¡Tómame ahora, amante!
tómame ahora que mi carne es fresca;
ahora que mis labios son de fuego
y de pasiones tormentosas mi alma.
¡Tómame ahora amante!
no dejes que mi carne se envejezca
y que se apague el fuego, con el tiempo,
en mis marchitos labios.
Antes que las tormentas de mi alma
las conviertan los años,
en lagos limpios de apacible calma.
Y ya no pueda darte, apasionante,
el placer reverente de mi cuerpo.
¡Tómame ahora, amante!
-Tampico, Tamps. 1951