Ruego

¡Ven! Unamos nuestros labios.
Que sigan su curso las vidas,
que no haya en las almas resabios
de viejas heridas.

Déjame unir mis labios a tu boca
y dejemos correr en un beso;
pensamientos dulces, en la mente loca,
con las alegrías de nuestro embeleso.

Quédate conmigo, mira, te lo ruego
ven, tan sólo quiero tus consejos sabios
en un beso eterno; y me iré luego.
¡Ven! Unamos nuestros labios.

-Veracruz, Ver. Mayo 1942