Nada

¡Nada! Todo se acaba, juventud y quimera,
el soplo de la vida, llega y se escapa a prisa.
Qué triste contemplar la grisácea ceniza,
después del resplandor cegador de la hoguera.

¡Nada!... Todo se acaba... inexorablemente
después de la cosecha... queda el surco vacío.
¡Qué triste darse cuenta de que un amor tardío
ahonda sus raíces... inexplicablemente!

¡Nada!... sombras espesas, saturando los cielos,
dolor insoportable, calando las entrañas,
certidumbre terrible de ser como un extraño...
que se pierde en la ruta, sin fin, del desconsuelo.

¡Nada!... sólo la angustia de un alma fracasada,
que al cruzar un camino, se pierde en un recodo...
¡Sabiendo que en mi vida lo sigues siendo todo!...
y en cambio, yo en la tuya, nunca llegué a ser nada.

-Frontera, Tab. 1954