Relato

Tú, que desconoces los mil sufrimientos
y que has ignorado el lúgubre acento
de las tempestades, el mar y los vientos;
deja que descanse aunque sea un momento.

Bríndale el refugio de tus senos tersos
a la honda fatiga de mi pelo cano,
que yo, con dulzura tranquila de hermano,
entre tarde y tarde te diré mis versos.

Conocerás tierras y lejanos mares
y palmas, y brumas y playas remotas;
sabrás de mil cosas y de mil lugares
y verás cetáceos y verás gaviotas.

Estamos juntos con mis infortunios
en las noches largas de triste llorar;
seremos un alma en los plenilunios
de noches de estrellas que invitan a amar.

Verás por las tardes cambias los celajes
de los cielos grises y los cielos claros;
te contaré historias de amores y viajes
y sabrás de puertos y pueblos.

Me miraré en tus ojos como claras estrellas
y besarás mi frente con un beso de amor
sepultaré mis penas, renacerán quimeras
al mágico cariño de tus manos tan bellas,
y alejarán tus labios este acerbo dolor.