Ella

Entre la transparencia de colores
cabe bellos celajes de armonía,
la espuma blanca de la mar bravía
traía a mi recuerdo sus amores.

Era ella, sí, ella, la que un día
con tristeza y temblando se despidió de mí,
la de los dulces labios de color carmesí
y la mirada llena con mi melancolía.

Y ahora que marino, navego sin cesar
arrastrando en mi pecho esta ansia de amar
por los mares de DIOS.

Es triste mi destino
pues ya no habrá un camino
para nosotros dos.

-Mazatlán, febrero 1940.